Cristo no Fuerza la Puerta

(Jesús dijo:) He aquí, yo estoy a la puerta y llamo;si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él.
Apocalipsis 3:20.


Así que, si el Hijo os libertare,seréis verdaderamente libres.Juan 8:36.




Después de una terrible tragedia, un periodista preguntaba a una creyente: –¿Cómo pudo Dios permitir semejante catástrofe? Ella contestó: –Creo que Dios está tan entristecido como nosotros, porque durante años le pedimos que saliera de nuestro gobierno, de nuestras escuelas, de nuestras vidas… ¿Cómo podemos esperar que él nos dé su protección y bendición si exigimos que nos deje solos?




El ser humano, impregnado de un equivocado concepto de libertad, quiere pensar por sí mismo, pero no se da cuenta de que está condicionado por prejuicios, influido por los modelos culturales y sociales, por las costumbres de los demás. ¿Qué libertad sería hacer lo que se nos antoja a costa de los demás? ¿No corre el peligro de conducir a los peores excesos, si está en contradicción con los mandamientos que Dios dio al hombre para guiar su vida en la tierra? Dios dejó al hombre la libertad de escoger como ser responsable.




Pero toda elección tiene sus consecuencias. La Escritura lo confirma: “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Cuando Dios está a la puerta de mi vida, por decirlo así, y espera que le abra, la decisión es mía. Él nunca obliga a abrirle, no va a forzar la puerta. Esa elección compromete mi vida terrenal y mi porvenir eterno. Dios también dice: “Os he puesto delante la vida y la muerte… escoge, pues, la vida” (Deuteronomio 30:19).

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