Gracias por comunicarse con nosotros amable oyente. Lo que comúnmente se conoce como el Padrenuestro es la oración modelo que el Señor Jesús enseñó a sus discípulos cuando uno de ellos pidió que les enseñe a orar. Lucas 11:1 dice: Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
La respuesta a este pedido aparece tanto en el Evangelio según Lucas capítulo 11:2-4, como en el Evangelio según Mateo capítulo 6:9-13, con ligeras variaciones. Qué tal si tomamos el pasaje en Mateo para nuestro análisis. Permítame leer el texto en Mateo 9:6-13. La Biblia dice: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Mat 6:10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
Mat 6:11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
Mat 6:12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Mat 6:13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Lo que el Señor Jesús está haciendo es dándonos un modelo para que nosotros, sus discípulos sepamos lo que debemos tener en mente cada que oramos al Padre. Habiendo dicho esto, notamos que a primera vista, la oración debe dirigirse a Dios, en su función como nuestro Padre. Padre nuestro que estás en los cielos. Dios llega a ser nuestro Padre el momento que recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador. Antes de eso, Dios no era nuestro Padre. Quien no ha recibido al Señor Jesús como su Salvador, no es hijos de Dios y no puede hacer esta oración al Padre. La oración es una oración familiar porque al orar lo hacemos teniendo en mente que somos muchos los hijos de Dios. Por esto aparece el pronombre posesivo en plural, nuestro, no mío.
El Padre tiene soberanía en todo tiempo y lugar, por eso dice que está en los cielos. Es decir en el primer cielo, la atmósfera, en el segundo cielo, el universo, y en el tercer cielo, la morada eterna de Dios. Habiendo identificado a quien se debe dirigir la oración, luego viene la oración en sí mismo. Un vistazo general nos muestra que básicamente tiene tres partes. Adoración, peticiones y alabanza. La adoración aparece en forma de tres pedidos que tienen en mente a los intereses del Padre. El primero: Santificado sea tu nombre. Santificar significa poner algo aparte para un propósito especial. Santificar el nombre del Padre significa reconocer que él es único en todo sentido. Nada ni nadie, tanto en la tierra como fuera de ella se puede comparar a Él.
El nombre del Padre encierra todo lo que el Padre es. El segundo: Venga tu reino. Es un clamor de que el reino de Dios se manifieste en toda su plenitud en este mundo. Hoy en día, el reino de Dios se manifiesta en algunos de sus hijos, quienes procuran vivir en santidad delante de Dios, pero llegará un día cuando el reino de Dios será evidente en todo el mundo, y entonces todos reconocerán el gobierno glorioso del Señor Jesús en la tierra. El mundo está sumido en el pecado, pero no siempre será así porque el Padre responderá la oración de sus hijos cuando le dicen: Venga tu reino. El tercero: Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Esto expresa el clamor de los hijos de Dios para que la voluntad de Dios se haga no sólo en sus propias vidas, sino también en todos los asuntos de la tierra. Por un poco de tiempo, en su soberanía, Dios ha permitido que el nombre de Cristo no sea reconocido ni respetado por la mayor parte de la gente de este mundo, pero no siempre va a ser así, porque llegará el día cuando todos en este mundo harán la voluntad del Padre. Eso sucederá durante el reino milenial de Cristo.
El hijo de Dios reconoce que en el cielo ya se hace la voluntad del Padre, y anhela que eso pase también en la tierra. Interesante que al orar, debemos pedir que se haga la voluntad del Padre en la tierra, no que se haga la voluntad del hombre en el cielo. Esto debería tomar muy en cuenta, los que se dan de dioses en este mundo y ordenan en oración al Padre que haga los que ellos quieren. Los que así actúan están distorsionando el Padrenuestro, donde se nos enseña que debemos pedir al Padre que se haga su voluntad en la tierra, mas no que se haga nuestra voluntad en el cielo. Como notará amable oyente, estos tres pedidos todos tienen que ver con los intereses del Padre, y por eso es una forma de adorar al Padre. En subordinación a esto, encontramos cuatro pedidos que tienen que ver con los intereses del hombre.
El primero: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Este pedido apela a la bondad del Padre. Denota la dependencia de los que somos sus hijos. El pan nuestro no solo tiene que ver con alimento, sino con cualquier necesidad que tengamos ya sea en lo espiritual, en lo emocional o en lo material.
El Padre es más que suficiente para proveer para todas las necesidades de sus hijos. Su provisión es para cada día. Cada día tiene sus propias características, sus propias necesidades, y cada día el Padre quiere satisfacer las necesidades de ese día. Esto debe traer mucha paz y tranquilidad a los que somos sus hijos. No hay razón para vivir en ansiedad por el mañana, porque el Padre nos va a dar mañana precisamente lo que vamos a necesitar mañana. El segundo: Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Cada vez que pecamos quedamos en deuda con Dios y también en deuda con la persona a quien afecta nuestro pecado. Al orar debemos reconocer nuestro pecado, confesarlo y pedir perdón al Padre. De esta manera, no habrá ningún obstáculo en nuestra comunión con el Padre. Los hijos de Dios debemos tener un corazón perdonador, dispuesto a perdonar a los que nos ofenden. Por el hecho de ser perdonados por Dios de nuestros pecados, debemos estar dispuestos a perdonar a los que nos ofenden. El tercero: Y no nos metas en tentación. Esto no significa que Dios es quien nos tienta. La Biblia enseña que Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie.
Lo que significa es que necesitamos del poder de Dios por medio de su Espíritu, para no ceder a las tentaciones y caer en el pecado. Por más fuertes que pensemos que somos espiritualmente, no podemos depender de nuestra fuerza para mantenernos firmes ante las tentaciones, ya sea que provengan de nuestra carne o del mundo o del diablo. Desesperadamente necesitamos del poder que viene del Padre para no pecar. Esto es lo que pedimos cuando decimos: Y no nos metas en tentación. El cuarto: Mas líbranos del mal. Esto significa que buscamos no ser víctimas de tanta maldad que existe en el mundo y también del mismo Satanás, el maligno. Por el momento tenemos que soportar mucha maldad en este mundo, pero no siempre va a ser así, porque está cercano el día cuando la maldad de este mundo será quitada por la intervención directa de Dios. Como habrá notado, estos cuatro pedidos se enfocan sobre los intereses humanos. Primero vemos por los intereses de Dios y después vemos por los intereses humanos. Después tenemos la alabanza. Es esa parte que dice: Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Los hijos de Dios podemos hacer esta oración por el hecho que nuestro Padre reina. A pesar que parezca que no es así, en realidad es así. Satanás y la maldad parece que reinan en este mundo, pero no hay tal. Quien está sobre todo y sobre todos es Dios. Lo que sucede en el mundo hoy en día, simplemente es para cumplir con los planes soberanos de Dios. El Padre es tan poderoso que puede hacer las cosas mucho más allá de lo que pedimos o pensamos. El Padre es glorioso. Él es el único digno de ser glorificado. El Padre es dueño del reino, del poder y de la gloria por todos los siglos. Nunca jamás dejará de ser así. Al decir Amén a esta oración, estamos diciendo: Así sea. Esto se va a cumplir porque Cristo Jesús, el Amén lo va a hacer.