La inyección

No se cuántos de ustedes que me leen, hombres o mujeres sin distinción, le temen a las agujas cuando vamos a ser pinchados. ¡Auchissss! Le huyen a ser pinchados, a tener que ser inyectados…  Decimos: ¡ya me sane! cuando en realidad le estamos huyendo al dolor…

Por estos días una amiga mía acaba de dar a luz a su bebé y vino a mi casa donde le hicimos su baby shower y entre risas y regalos, mi mami le relataba una historia que ha retumbado en mi mente durante toda esta semana. Ella le contaba sobre las veces que me llevaban al hospital, por alguna vacuna u otra cosa como a sacarme sangre o simplemente para ver al doctor y así medicarme mediante una inyección...

Debido a esa situación, las conversaciones previas, a la llegada al hospital, con mi mamá eran algo así: “Wenddy, te van a pinchar y te va doler pero va a pasar. Cuando tengas ganas de llorar me miras a los ojos, no mires la aguja, me miras solamente a mí”. Y yo le respondía: “Ya mami pero… ¿me va doler?”. Y ella muy dulcemente me respondía: “Sí, pero va a pasar”.

Durante mi niñez habré entrado decenas de veces a los laboratorios a que me pincharan y siempre todas las enfermeras me decían que me iba a doler pero ahí estaba mi mamá parada frente a mí, me guiñaba el ojo y decía: “Ella ya lo sabe”. Así que cuando entraba la gigantesca aguja por mi pequeño brazito – aunque tenía sentimientos encontrados – una parte de mí quería ver la aguja y llorar despavorida, hasta que se me notará la campanita de la garganta,  pero había otra parte de Wenddy que me decía: “Va a pasar solo mira a mamá”. Y así lo hacía… siempre miraba a mamá y sacaba fuerza. Las enfermeras decían al terminar: “¡Qué niña tan valiente! ¿No te dolió?”. Y yo respondía: “Sí, pero ya me pasó”.

Esto mismo fue lo que recordó mi amiga al dar a luz… “Me va a doler pero va a pasar, nada será comparado con la alegría de tener a mi bebé en brazos”.
La Biblia nos dice “Pues nuestra dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará siempre y que es mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre” 2 Corintios 4:17-18 NTV

Puede ser que en este momento sientas que las dificultades que estás atravesando son muy fuertes, que las situaciones que estás viviendo son insostenibles, que te duele todo por cuanto estás pasando pero Dios me ha dicho que ese dolor va a pasar, que viene una gloria a tu vida que será para siempre.

Puedes mirar hacia arriba pues es de allí de donde viene tu socorro, del cielo, de tu Dios… Ya no mires las dificultades, ni los pinchazos que te da la vida, mira a tu Padre que está en los cielos… y que tiernamente te dice: “Esta (e) es mi hija (o), estoy muy orgulloso de ti, de lo fuerte que eres, de lo valiente que eres pues otra persona en tu lugar, no hubiera podido soportar tal pinchazo. Así que cuando tengas ganas de llorar, vuelca tu mirada hacia mí”.

“Él que nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros” 2 Corintios 1:4NTV 

¿Estás en una lucha por tu salud? ¿Es tu familia la dificultad por la que tienes que atravesar? ¿Lo que vives es demasiado para ti? ¿Pensaste que mejor sería que Dios te lleve de una vez o quitarte la vida? Mi tía Lu está peleando día a día con el cáncer… ¿le duele? Yo creo que sí, pero ella es valiente, es una mujer fuerte y tiene una gran familia a su lado que la apoya en oración.
Job era un hombre justo, integro… tenía todo como mi tía Lu, a veces pensamos que después de una y otra vez que las dificultades vienen a nuestras vidas, ya no podremos salir de ellas pero Dios le dijo a Job: “Te rescataré de seis desastres; aún en el séptimo, te guardaré del mal” Job 5:19NTV

Quizá en este momento que me lees, está cruzando por tu mente que no es la primera vez que esto te pasa, pero Dios ha guardado tu vida… Te hablo a ti… Sí, a ti que eres de los que siempre oras y esperas que las cosas cambien pero vuelve a suceder lo mismo… ¿Te sientes mal? Bueno, te recuerdo lo que me dijo mi mamá y que por cierto hasta ahora me da resultado: “Te va a doler pero va a pasar”.

Miremos a Dios…  infundámonos a nosotros mismos nuevas fuerzas, no estamos solos pues Dios está contigo y conmigo mirándonos porque sabe que podemos salir de esta… Así que ánimo y repite conmigo: “¡Aún creo…! No veré lo grande de la aguja sino que miraré lo grande que es mi Dios”.



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