Charles Leiter, en unos de sus sermones,
explicó que podemos glorificar a Dios creyendo en Él precisamente
cuando nuestra fe está siendo probada. Cuando un cristiano confía en las
promesas de Dios ello trae una gran gloria a Dios. Romanos
4:19-21 refiere el sufrimiento de Abraham al verse "ya como muerto" y
observar la decrepitud y esterilidad de su esposa Sara: razones
suficientes para perder la fe y concentrarse en las calamidades e
infortunios de sus últimos alientos.
El versículo 19 indica que Abraham "no se debilitó en la fe"; el verbo asthenesas proveniente de astheneo, que en el pasaje se traduce como "debilitó", significa literalmente carecer de fuerzas, y en otras partes se usa para indicar enfermedad. El pasaje no dice que Abraham no perdió nada de fuerzas, sino que no perdió todas las fuerzas. En medio de la debilidad -dice la Escritura en Hebreos 11:34- la gente de Dios sacó fuerzas de astheneias, esto es, de debilidad.
La debilidad física de Abraham y la
debilidad anímica que le pudo causar la decadencia de su esposa, no fue
obstáculo suficiente para que su fe flaqueara (Romanos 4:19). Pero
"tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se
fortaleció en fe, dando gloria a Dios" (v. 20). El verbo griego aquí
para "fortaleció" es endunamoo que significa hacer fuerte, o más literal, fortalecer desde dentro del alma (de dunamis, poder).
La referencia al griego no resulta de un
mero prurito intelectual sino que permite observar el contraste entre
dos cosas que regularmente nos resultan opuestas: debilidad y fortaleza.
Abraham, no se estancó en el astheneo sino que prosiguió hasta endunamoo.
Es decir, aunque efectivamente su condición era de debilidad y dolores
físicos, fue fortalecido internamente, en su alma y corazón, desde el
centro de su voluntad; y movido a confiar en las promesas de Dios a
pesar de su salud perseveró en la fe y con ello terminó "dando gloria a
Dios" (Romanos 4:20). No dice que fue sanado y entonces dio gloria a
Dios. Dice que en medio de su tremenda debilidad y estado senil
glorificó a Dios al confiar en Él. Su convencimiento era pleno: Dios "era también poderoso para hacer todo lo que había prometido" (Romanos 4:21).
Muchos podemos preguntarnos cómo podemos
glorificar a Dios si nuestra condición de salud no es la mejor y no nos
permite "hacer" lo que "quisiéramos" para el Señor. Peor puede ser el
estado para aquél que está muriendo y desearía tener salud para
glorificar a Dios. En estos casos, Dios es glorificado cuando creemos en
Él. Eso dice la Palabra de Dios: reafirmarse en la fe para dar con ello
gloria a Dios.
Es fácil creer cuando todo nos sale
bien. Los incrédulos firman en sus tesis profesionales: "Dedicado a
Dios", y al recibir un nuevo empleo dicen: "Gracias a Dios", y al
recibir noticias de buena salud dicen: "Gracias a Dios todo salió bien".
Pero ese estribillo no glorifica a Dios. Los hijos de Dios pueden dar
gran gloria a Dios cuando su fe es probada y siguen creyendo en Él y sus
promesas eternas. Tarde o temprano todos atravesamos por crisis de
salud y sufrimiento, pero esa es una oportunidad para dar verdadera
gloria a Dios. No hay que perder el tiempo. No hay que desperdiciar esa
oportunidad.
En el amor de Cristo.
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