Enfoque Correcto


Tener claro el objetivo es un deber primordial para todo aquel que emprende una empresa, porque olvidándolo perderá de vista también sus prioridades, abandonará sus responsabilidades y esto le llevará finalmente al fracaso.

Ver la claridad de lo objetivos que el mismo Señor Jesucristo mantuvo, resulta desafiante para todo aquel que se precie de ser un seguidor de Él. Leemos en Mateo 16:21 (Traducción en Lenguaje Actual) "Desde ese momento, Jesús comenzó a decirles a sus discípulos lo que le iba a pasar: 'Tendré que ir a Jerusalén, y los líderes del país, los sacerdotes principales y los maestros de la Ley me harán sufrir mucho. Allí van a matarme, pero tres días después volveré a vivir'".

El Señor Jesucristo irrumpió en el mundo en medio de una fría y oscura noche, naciendo en una húmeda y maloliente cueva en una de las más insignificantes aldeas de su país, llamada Belén, pero desde siempre tuvo muy en claro, y bajo esa misma dirección se movió: que llegado el momento tendría que morir de la peor manera, para dar con ello evidencia a cuantos creyeran en Él, del gran amor de Dios.

Los vítores de aclamación en la entrada a Jerusalen (la que algunos confesiones religiosas conocen como "domingo de ramos") no le detuvieron en su marcha. No se dejó atrapar por la euforia del pueblo al querer proclamarlo "Rey" una vez que hubo realizado el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados. Los reconocimientos que le hicieron algunos no le nublaron la vista para perder de vista el objetivo y así desorientarse.

Cada uno de los que nos hacemos llamar cristianos, bien debiéramos replantearnos si estamos dando cumplimiento al objetivo trazado desde el comienzo de nuestra vida cristiana. Tal vez hemos perdido de vista que, al igual que el Señor Jesucristo, debemos "subir a Jerusalen" y allí no seremos recibidos con el gran aplauso de la audiencia ni con los honores que esperamos.

No nos espera el mejor carro ni la más espléndida de las residencias; no mi estimado amigo, en nuestra subida nos espera el proceso de muerte total. Sí, muerte al ego y a la soberbia; muerte a la envidia y a los rencores; muerte a la falta de humildad y la autosuficiencia.

Es preciso que el verdadero seguidor de Jesucristo tenga siempre claro y que no pierda de vista que su objetivo es "subir " a la muerte y la renuncia constante.

Si no se produce la muerte, tampoco se experimentará la gloriosa resurrección, entonces urge enfocarse en el objetivo trazado y no desviarse de él.

Por Escriba Diligente - Chile

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