En
el Nuevo Testamento hay varias palabras que se traducen como carne. En
unos casos se refiere a la sustancia del cuerpo, tanto de seres humanos
como de animales (1 Corintios 15:39), o al cuerpo humano (Filipenses
1:22), y en otras se refiere a la naturaleza pecaminosa (Gálatas 5:16).
En ambos casos, la palabra griega usada es sarx. En esta publicación, la carne es mencionada en su sentido de naturaleza pecaminosa.
Pablo indica en Romanos 7:18 que en su naturaleza pecaminosa (σαρκί)
nada bueno habita. Se trata del asiento del pecado que permanece en el
ser humano hasta su muerte, y que el cristiano debe evitar alimentar a
como de lugar. Así se lee en Gálatas 5:16: "no satisfagáis los deseos de
la carne", porque sus obras son "adulterio, fornicación, inmundicia,
lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas" (énfasis añadido).
Dios
hará arder tu carne, esto es, tu naturaleza pecaminosa, para hacerte
crecer en santidad. Después de la justificación por la fe en Jesucristo,
somos hechos participes de la naturaleza divina y un nuevo principio
existe en nosotros. Pero en la experiencia cristiana no pasa mucho
tiempo para percatarse de que hay una cruenta oposición de la carne a la
vida en el Espíritu. Nuestro egoísmo y las raíces malvadas en nuestro
corazón se erigirán constantemente para derribarnos. Por lo que Dios
hará arder nuestra carne poniéndonos en situaciones en las que nuestro
propio yo deberá ser humillado, una y otra vez, hasta que el
quebrantamiento acabe con la resistencia del pecado.
Conforme
pasen los días, en el sabio y eterno consejo de Dios tu vida cristiana
será confrontada con la Palabra de Dios. Seguramente, los frutos del
Espíritu te convertirán en blanco de vituperios, críticas, calumnias,
amenazas y toda clase de situaciones que permitan el resquebrajamiento
de tu orgullo y vanidad. Tal como atestiguó Pablo: "Pero tuvimos en
nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos,
sino en Dios que resucitó a los muertos" (2 Corintios 1:9, énfasis
añadido). La santa purificación de nuestra vida que nos irá limpiando de
las obras de la carne muchas veces te hará preguntarte si estás en la
senda correcta. Pero no debes dudarlo. Dios está quemando tu soberbia
para perfeccionarte en el amor y dependencia a su voluntad.
Proverbios
16:18 dice: "Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la
caída la altivez de espíritu". Dios no permitirá que unos de su elegidos
amados perezca, por lo que ordenó todas las cosas para el bien de
quienes lo aman (Romanos 8:28). Así, amable lector, no te extrañes si
por causa de la fe comienzas a experimentar los rigores de la disciplina
celestial. Recuerda siempre que Dios "al que ama disciplina, Y azota a todo el que recibe como hijo"
(Hebreos 12:6, énfasis añadido). No importa que tan importante seas en
la sociedad o en la iglesia del Señor. Tu orgullo y egoísmo arderán
constantemente para que seas más semejante a Cristo.
Hoy
te sientes capaz de muchas cosas, pero mañana estás postrado clamando
por sanidad. Hoy te explayas en el púlpito con gran erudición, pero
mañana te descubres a ti mismo en pecado. Hoy sacrificas todo lo que
puedes por el Evangelio, pero mañana te das cuenta que era sólo
legalismo. Cualquiera que sea tu necesidad, Dios hará arder tu carne
para hacerte crecer en la humildad y la santidad cristianas.
En el amor de Cristo.
Juan Paulo.
www.semillabiblica.com
En el amor de Cristo.
Juan Paulo.
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