Pastor Byron Sales Curiel
Dosis de Sabiduría - 16 octubre 2013
“La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones”. Proverbios 16:2 NTV
Su vergüenza fue pública. A los líderes religiosos de la época, no les importó atropellar su dignidad y la tomaron como “chivo expiatorio” para poner a prueba a Jesús y a su mensaje de “Reino de Dios”:
“Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio. En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. Tú que dices?
Con esta pregunta le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo… Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y le dijo: -Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire al primera piedra…
Al oír esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguía allí. Entonces él se incorporó y le preguntó: -Mujer, dónde están? Ya nadie te condena están? -Nadie Señor! -Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar”. Juan 8:4-11 NVI
Siempre me ha intrigado saber dónde estaba hombre con quien adulteró esta mujer? Y por qué a él no lo acusaron también?
Más allá de la justicia de Dios, está Su misericordia, porque en Dios siempre encontraremos segundas oportunidades. Nadie puede adoptar la posición de juez, solo Dios. Quienes acusaban y pretendían apedrear a la mujer adúltera, reconocieron ser tan culpables como ella.
Tus errores no te definen. Por lo tanto, no te pueden reducirte a tus errores, ni siquiera a tus victorias. Eres más que eso!
Dios como juez, no toma en cuenta las opiniones de los demás, y pareciera no darle importancia las acciones. Lo que Él considera son nuestras intenciones… nuestras intenciones de cambiar.
"-Mujer, dónde están? Ya nadie te condena están? -Nadie Señor! -Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar”. Juan 8:11 NVI