Dosis de Sabiduría – 26 noviembre 2013
“Guía al caballo con el látigo, al burro con el freno, y al necio con la vara en la espalda!” Proverbios 26:3 NTV
La domesticación y utilización del caballo por parte del hombre se remonta a unos 3,600 años a.C. Actualmente la doma clásica o adestramiento del caballo es una de las disciplinas olímpicas que forman la equitación, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, cuando los oficiales de todas las caballerías europeas empezaron a practicar algunos ejercicios con ánimo de mejorar su manejo del caballo.
Tener un caballo salvaje o un burro terco, es tan inútil como no tener ninguno. Así es el hombre que teniendo conocimiento y muchas habilidades, su carácter no ha sido formado.
“No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno para acercarlos a ti”. Salmos 32:9 NVI
Cuando un caballo es domado y se vuelve manso, sigue manteniendo su fuerza y velocidad. El hombre que es manso, nunca pierde su potencial, energía y capacidades, tan solo están subordinados a la voluntad de Dios.
Solo a los mansos, a los que se someten a la voluntad de Dios se les puede confiar la tierra, Su Reino.
“Bienaventurados [dichosos] los mansos, porque ellos heredarán la tierra”. Mateo 5:5 RVC