Byron Sales Curiel
Dosis de Sabiduría – 07 noviembre 2013
“Y así lo sedujo con sus dulces palabras y lo engatusó con sus halagos. Él la siguió de inmediato, como un buey que va al matadero. Era como un ciervo que cayó en la trampa”. Proverbios 7:21-22 NTV
La seducción es poder, dice el autor Robert Greene en su best seller “Las 48 leyes del poder”. Para él, el medio infalible de seducir, a no importa quién, es satisfacer la insaciable necesidad de placer que es inherente a cada ser humano.
La seducción implica inducir y persuadir a alguien con el fin de modificar su opinión o hacerle adoptar un determinado comportamiento según la voluntad del que seductor.
Uno de las estrategias de la seducción es el uso de “palabras dulces” y “halagos”, de allí el dicho popular que dice: “le endulzaron el oído”.
Tanto Dios como Satanás buscan seducirte… Dios seduce para bendición y Satanás a través de la tentación para destrucción.
“Me sedujiste, Jehová, y me dejé seducir! Más fuerte fuiste que yo y me venciste!” Jeremías 20:7 RV95
“Por eso, ahora voy a seducirla: me la llevaré al desierto y le hablaré con ternura. Allí le devolveré sus viñedos, y convertiré el valle de la Desgracia en el paso de la Esperanza. Allí me corresponderá…” Oseas 2:14-15 NVI
“Cuando sean tentados, acuérdense de no decir: -Dios me está tentando-. Dios nunca es tentado a hacer le mal y jamás tienta a nadie. La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran” Santiago 1:13-14 NTV
Se sabio y antes de sucumbir ante la seducción, evalúa las consecuencias y el fin que tendrás!