La Verdad os hará libres - John Piper

Juan 8:30-59
Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Ellos le contestaron: Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?

Jesús les respondió:
En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; y sin embargo, procuráis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto con mi Padre; vosotros, entonces, hacéis también lo que oísteis de vuestro padre.


Ellos le contestaron, y le dijeron: Abraham es nuestro padre. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero ahora procuráis matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Esto no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Ellos le dijeron: Nosotros no nacimos de fornicación; tenemos un Padre, es decir, Dios. Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de El, pues no he venido por mi propia iniciativa, sino que El me envió. ¿Por qué no entendéis lo que digo? Porque no podéis oír mi palabra Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira. Pero porque yo digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me prueba que tengo pecado? Y si digo verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no sois de Dios.

Contestaron los judíos, y le dijeron: ¿No decimos con razón que tú eres samaritano y que tienes un demonio? Jesús respondió: Yo no tengo ningún demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí. Pero yo no busco mi gloria; hay Uno que la busca, y juzga. En verdad, en verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, no verá jamás la muerte. Los judíos le dijeron: Ahora sí sabemos que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas, y tú dices: “Si alguno guarda mi palabra no probará jamás la muerte.” ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham que murió? Los profetas también murieron; ¿quién crees que eres? Jesús respondió: Si yo mismo me glorifico, mi gloria no es nada; es mi Padre el que me glorifica, de quien vosotros decís: “El es nuestro Dios.” Y vosotros no le habéis conocido, pero yo le conozco; y si digo que no le conozco seré un mentiroso como vosotros; pero sí le conozco y guardo su palabra. Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró. Por esto los judíos le dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera, yo soy. Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.


Es posible vivir en un mundo evangélico, que cree en la Biblia, que ama la Biblia, y nunca haber escuchado la crítica bíblica que es tan común en los departamentos universitarios de religión en todo el país y en las aulas de muchas iglesias importantes. Yo experimenté este mundo evangélico, durante unos tres años en Alemania, y me impactó cuán atrevidas podían ser las críticas. Recuerdo en un seminario, un grupo de estudiosos estaban debatiendo los Salmos, y alguien citó un Salmo específico para abordar el problema en cuestión, y un estudioso muy emotivo en la mesa dijo: “Das ist doch ein Pharisäer Psalm!” “¡Ese es un Salmo fariseo!”, queriendo decir que este salmo enseña el tipo de legalismo que caracterizó a los fariseos y por tanto no podía ser usado como fundamento para la verdad.

Me parece sabio a mí, como uno de los pastores que les atienden a ustedes, protegerles de las falsas enseñanzas, advertirles acerca de que muchos críticos eruditos no solo creen que Juan creó diálogos que Jesús nunca habló, sino que en el proceso él distorsionó y, de hecho, falsificó lo que Jesús realmente enseñó. El problema más escabroso para estos eruditos es el que ellos llaman el ardiente antisemitismo de Juan – que el autor (generalmente no es el apóstol Juan) está escribiendo un tiempo después cuando las hostilidades entre los judíos y cristianos eran intensas. Y ese Juan distorsionó la imagen y las palabras de Jesús, para demonizar a los judíos en general.

Tensión entre judíos y cristianos
Y, por supuesto, había hostilidad. Recuerde, por ejemplo, que Jesús dijo en Marcos 13:9: “os entregarán a los tribunales y seréis azotados en las sinagogas”. Y recuerde que Saulo, el fariseo (quien se convertiría en Pablo el apóstol), antes de su conversión estaba “respirando todavía amenazas y muerte contra los discípulos del Señor. . . para que si encontraba algunos que pertenecieran al Camino, tanto hombres como mujeres, los pudiera llevar atados a Jerusalén”, Así que la relación entre judíos y cristianos (incluidos cristianos judíos) después de los días de Jesús en la Tierra, era muy tensa.

Y nadie puede negar seriamente que en la historia de la iglesia ha habido siglos, horribles, de hostilidades hacia el pueblo judío. Cuando estaba preparando mi mensaje sobre Robert Murray McCheyne para la conferencia de pastores, por ejemplo, leí los diarios de su viaje a Israel en 1839. Muchas veces se quejó por lo difícil que era el evangelismo entre los judíos debido a estas hostilidades: “Los judíos desconfían de los cristianos, especialmente de los católico-romanos, por el desprecio y persecusión que han sufrido en sus manos durante siglos” (L. J. Van Valen, Constrained by His Love: a New Biography on Robert Murray M’Cheyne [Tain, Scotland: Christian Focus, 2002], p. 283).

Eruditos ultrajando la palabra de Dios
Debiéramos estar avergonzados por esta parte de nuestra historia. Pero a diferencia de muchos eruditos críticos, no debiéramos poner las faltas de esta historia a los pies del Evangelio de juan, que es lo que tantos hacen. Lo menciono ahora en nuestra serie sobre Juan porque el capítulo 8 es el clímax de lo que los eruditos críticos ven como un problema. Por ejemplo, en relación con nuestro texto de hoy, Richard Hay, profesor del Nuevo Testamento en la Escuella Duke Divinity, dice:

En ningún otro lugar del evangelio de Juan se ve más ardiente la animosidad hacia los judíos que en capítulo 8. . . . El diálogo [de Juan 8:39-47] es la expresión más profundamente perturbadora de sentimentalismo anti-judío en el Nuevo Testamento. . . . Juan da un paso teológico fatal: partiendo del hecho empírico de la incredulidad de los judíos. . . . Los judíos que no creen deben ser hijos del diablo. . . . La conclusión del versículo 47 articula la fría lógica de esta posición: ellos no escuchan la Palabra de Dios porque no son de Dios. . . . Uno se estremece al contemplar el resultado ético de esa perspectiva teológica de los judíos. . . . El evangelio de Juan realmente sí adopta una posición hacia el judaísmo que solo puede engendrar polémicas y hostilidad.

Es muy triste que haya maestros cristianos en la iglesia que calumnien de este modo la Palabra de Dios. Voy a mencionar cuatro problemas que hay en este modo de lidiar con las palabras fuertes de Jesús en Juan 8 -porque aunque son fuertes, son especialmente ofensivas para los oídos modernos, delicados, pluralistas. Cuatro respuestas, y la cuarta nos llevará hacia una exposición del texto mismo, para dejar que Jesús y Juan hablen por sí mismos.

Cuatro problemas con el enfoque crítico
Primero, si tratamos de eliminar, de los Evangelios, el lenguaje que es intensamente acusador hacia algunos judíos en la vida de Jesús, tendríamos que eliminar mucho más que Juan 8 en los Evangelios. El lenguaje de Jesús hacia los fariseos es casi siempre negativo en los cuatro Evangelios, y a menudo muy intenso. Él les llamó “camada de víboras” en Mateo y Lucas (3:7 y 3:7); “hipócritas” en todos los Evangelios; “ciegos” (Mateo 23:19) y “sepulcros blanqueados” (Mateo 23:27), e “hijo[s] del infierno” (Mateo 23:15). Esta acusación intensa a la mayor parte del liderazgo judío de la época de Jesús está extendida en los Evangelios, no es un subterfugio de Evangelio de Juan. Si el Jesús de Juan debiera desaparecer, también tendría que desaparecer el Jesús de todos los Evangelios.

Segundo, Jesús dijo que todos los incrédulos, judíos y gentiles, no solo judíos, eran hijos del diablo. Por ejemplo, en la parábola del trigo y la cizaña, describiendo el crecimiento de la iglesia y el fin de los tiempos, dice: “y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno. . . y la siega es el fin del mundo” (Mateo 13:38-39). Esta cizaña son todos los incrédulos en la iglesia. El pueblo judío no es único en su incredulidad y en su vulnerabilidad a los cegadores y distorsionadores efectos del diablo. Las acusaciones de Juan 8 no tienen la intención, en Jesús, de separar a los judíos en una categoría especial de pecadores. En Juan 8 todos somos acusados por nuestra incredulidad.

Tercero, Pablo enseña claramente que todos los incrédulos están engañados por el diablo: “en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos” (2da a los Corintios 4:4). Y todos los incrédulos -incluyéndonos a todos nosotros antes de que fuéramos rescatados por la gracia pura, son “hijos de ira” y están muertos en nuestros delitos y pecados” (Efesios 2:3-4). El Nuevo Testamento como un todo, no solo el Evangelio de Juan, se ve en la continua resistencia a Jesús, sea judía o gentil, la mortandad y ceguera del pecado y la obra de Satanás. Juan 8 no es único. Necesitamos ver que esta crítica al Evangelio de Juan es mucho más radical de lo que pueda parecer. Es una profunda oposición, no a un escritor parcializado, sino al penetrante diagnóstico del problema humano en el Nuevo Testamento. El Evangelio de Juan no es una distorsión parcializada de Jesús. Lo que se dice de los judíos en Juan 8 es cierto para mí, para ustedes y para todas las personas que estén lejos de la gracia soberana.

No es solo un problema judío, sino humano
Una última reacción que nos introduce en el texto. El mismo autor que escribió el Evangelio escribió la primera epístola de Juan. El lenguaje y las ideas son muy similares. Y en la carta Juan aclara que ser “del diablo” no es una característica de los judíos, sino una muestra de que se está atado al pecado y a la incredulidad. Juan dice en 1ra de Juan 3:8: “El que practica el pecado es del diablo [sea judío o gentil], porque el diablo ha pecado desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito: para destruir las obras del diablo”.

Por tanto, sí, los líderes judíos son llamados hijos del diablo en Juan 8. Pero, ¡ay de nosotros gentiles si leemos esto y no vemos la tragedia de la incredulidad en lugar de la amargura del antisemitismo! Jesús no está hablando de un problema judío, sino de un problema humano. Ay de nosotros sino vemos al Hijo de Dios obrando como doctor, diagnosticando y exponiendo la terrible naturaleza de nuestra enfermedad y de nuestroenemigo, y ofreciéndose a sí mismo como la única cura en el mundo, incluso para los que él sabe que le matarán. Versículo 36: “Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”.

Sé que he llegado a la mitad de este mensaje antes de que hayamos abierto el texto, pero no necesitamos apurarnos. Tomaremos muchas otras semanas para Juan 8 – y para este texto en particular.

“Muchos creyeron”
Recuerde dónde terminamos la última vez en el versículo 30: “Muchos creyeron en él”. Él había dicho en el versículo 12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Este es el Hijo de Dios en el mundo, apareciendo para destruir las oscuras obras del diablo. Y él está ofreciéndose a sí mismo para cada judío y cada fariseo y para cualquier otra persona: Si le siguen, creen en él, entonces él les liberará de las tinieblas, del poder cegador de Satanás en sus vidas. Y en el versículo 30 dice: “muchos creyeron”.

Ahora, la pregunta es: ¿Les trató Jesús, cuando creyeron, como si su fe fuera genuina? Hemos visto antes que hay un tipo de “creer” en este evangelio que no es real (por ejemplo: 2:23-25). No acepta a Jesús como el agua satisfactoria para el alma, o como el pan satisfactorio para el alma, o como la Luz o el Camino. Solo le sigue con la esperanza de obtener algún beneficio terrenal de sus milagros (6:26,36). ¿Trató Jesús a esta acción de creer, en el versículo 30, como si fuera genuina?

Los que verdaderamente creen, permanecen
Él no dice si es genuina o no, sino que les dice cómo ellos pueden saber si es genuina. Versículos 31-32: “Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Ahora, esos dos versículos piden un sermón completo para ellos. Y tengo la esperanza de poder darlo. Pero sigamos avanzando ahora para ver la imagen completa.

Sucederá algo que hará que Jesús diga que algunos de estos creyentes no creen. Vea el versículo 45. “Pero porque yo digo la verdad, no me creéis”. De modo que él comienza esta sección diciendo: Si permanecen en mi palabra, entonces están en el camino correcto. Verdaderamente creen. Verdaderamente nacieron de nuevo. Han pasado de muerte a vida. No morirán en sus pecados (8:24). Ya no son hijos del diablo, sino hijos de Dios. Esto sería cierto si ellos “permanecen” en su Palabra. Esto es lo que él vino a hacer. Para usted y para mí.

La Tendencia humana hacia la auto-justificación
¿Qué ocurrió entonces que le hizo decir en el versículo 45: “no me creéis”? Ellos rehusaron oír a sus palabras (y mucho menos permanecer en ellas), y querían matarle (oposición a la verdad y deseo de matar al portador de la verdad, mientras clamaban ser hijos de Abraham e hijos de Dios y libres de la esclavitud, cuando, de hecho, el asesinato y el rechazo a la verdad son las marcas de la esclavitud al pecado y a Satanás. Así que lo que tenemos en los versículos 33-47 (dejando los versículos 31-32 para otro sermón) es una advertencia preciosa y dolorosa sobre cómo los seres humanos tienden a justificarse a sí mismos delante de Dios basados en su pedigre étnico, religioso, o moral. En otras palabras, Jesús está excavando en la verdadera condición del corazón humano, detrás de la auto-justificación con que respondemos cuando somos confrontados por los reclamos absolutos de Jesús sobre nuestras vidas. Y él está señalando la condición en que estamos, y nos asusta. Las realidades no son divertidas, no son ligeras, no son fáciles. Son aterradoras y pesadas y abrumadoras, cuando estamos sin la gracia de Dios, de la que Jesús está lleno (Juan 1:14).

La verdadera razón por la que el judaísmo es importante es porque representa el tipo de auto-justificación religiosa, ética, que todas las religiones, de hecho, todos lo humanos usamos cuando somos confrontados por Jesús como el único que puede librarnos de la esclavitud del ego y del pecado y de Satanás. Note el versículo 36: “Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”. Y la libertad de la cual él habla es, primero, la libertad del pecado y de su terrible poder para condenarnos si no somos libertados de él. Versículo 34: Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. ¡Todo el que comete pecado! No solo los judíos. Todos pecamos, y todos somos esclavos del pecado, hasta que el poder del pecado y de Satanás sea quebrantado en nuestras vidas. Y solo el Hijo de Dios, Jesucristo, quien puso su vida por las ovejas, puede cancelar y conquistar nuestro pecado. “Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”.

Por qué es que importa el elemento judío en este texto
El elemento judío es mencionado porque Jesús era judío y vino a los judíos -a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 15:24). Pero suponga que Jesús hubiera sido presentado entre los musulmanes o hindúes o budistas o animistas o materialistas seculares de la misma forma en que se presenta a sí mismo aquí: “Solo el Hijo de Dios puede librarles de la atadura al pecado. Deben creer en el Hijo y permanecer en su palabra. Entonces verdaderamente serán sus discípulos y conocerán la verdad, y la verdad les hará libres. Solo a través del Hijo, Jesucristo, quien vino a entregar su vida por el pecado y a resucitar de nuevo, solo a través del Hijo ustedes podrán ser libres”. Si Jesús fuera presentado de esa forma delante de cualquiera de esos grupos religiosos, hubiera surgido la misma respuesta que apareció aquí, a menos que Dios interviniera con su gracia soberana. Ellos hubieran invocado a la religión, al origen étnico, y a la moral a fin de autojustificarse.

Es por esa razón que importa el elemento judío. Es una ilustración de la forma en que todos tratamos de evadir a Jesús y a sus palabras acusadoras que nos dicen que sin él somos esclavos del pecado, y pereceremos si no creemos (Juan 3:16). No solo son los judíos quienes no quieren escuchar que son esclavos, ningún humano quiere escucharlo. Me siento ofendido si me dices que soy un esclavo. Y el propósito de este texto es mostrar que cuando nos sentimos ofendidos así, usamos cualquier método de auto-justificación religiosa, étnica, o moral, que podamos usar.

Vea cómo ocurre, y ore para que pueda detectar este tipo de reacciones en su propia vida, si se siente tentado a ello.

Nuestro intento de justificación étnica
Versículo 33: Ellos le contestaron: Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”? Jesús está de acuerdo con ellos en este punto. Versículo 37: “Sé que sois descendientes de Abraham; y sin embargo, procuráis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros”. Entonces, ¿tienen un buen punto para defenderse o no? “¡No estamos en peligro por tu acusación o por el juicio de Dios! Somos la descendencia de Abraham. Te lo dices a ti mismo”. Así que se defienden con un argumento étnico, dado religiosamente como verdadero, pero en este momento es solo étnico. Estamos seguros. Somos judíos. O pudieran ser musulmanes, hindúes, budistas, o materialistas moralistas. La pregunta para todos ellos es: ¿Está usted seguro sin Jesús?

Pero entonces se complica el asunto. En el versículo 39, ellos lo dicen de nuevo. “Ellos le contestaron, y le dijeron: Abraham es nuestro padre”. Pero esta vez Jesús dice: No, él no es padre de ustedes. Jesús les dijo: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero ahora procuráis matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Esto no lo hizo Abraham” (Juan 8:39-40). Ésto es increíble. Ustedes dicen que son judíos. Ustedes no son judíos. Ustedes dicen que Abraham es padre de ustedes. No lo es. Los verdaderos judíos, dice Jesús, no son los que tienen la línea de sangre, sino los que siguen la línea de la fe y la obediencia.

Si alguna vez se preguntan de dónde sacó Pablo su teología, no se lo pregunten más. Romanos 9:6-8:
Porque no todos los descendientes de Israel son Israel; ni son todos hijos por ser descendientes de Abraham, sino que por Isaac será llamada tu descendencia. . . no son los hijos de la carne los que son hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son considerados como descendientes.

Nuestro intento de justificación religiosa
Por ello no nos sorprendemos cuando leemos en Juan 8:41-42: “tenemos un Padre, es decir, Dios Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de El”. Primero, fue su conexión étnica con Abraham la que les justificaba. Ahora es su religión, su Dios. ¡Somos Hijos de Dios! Y Jesús dice (al igual que Pablo en Romanos 9:8): “No, no es cierto”.

Hasta que el Hijo les libere, no serán hijos en la casa; ustedes son esclavos. Versículos 34-35: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre”. Si quieren ser hijos, hijos de Abraham, hijos de Dios, deben nacer de nuevo en la familia. “es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra” (Romanos 2:29). Pero ahora, ustedes son esclavos, no hijos.

Y el hecho de que quieran matarme, dice Jesús (versículo 40), y de que no reciban la verdad (versículo 45), muestra quién es el padre de ustedes. El diablo fue un asesino y un mentiroso desde el principio (8:44). Y en mientras estén en pecado, les tendrá agarrados por la garganta. Y ustedes harán su voluntad. De la misma forma en que “como Caín que era del maligno, y mató a su hermano [...] Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (Juan 3:12). Y Caín no era judío.

Nuestro intento de justificación moral
Y la mayoría de ustedes no son judíos. Así que pueden decir: yo no actúo así. No reclamo alguna superioridad étnica o religiosa. Solo soy un tipo normal que está limpio de problemas, probablemente mejor que la mayoría. Una última palabra para usted. Versículo 41: “Ellos le dijeron: Nosotros no nacimos de fornicación”. ¿De dónde provino eso? Nadie dijo que lo fueran. Probablemente no lo eran. Entonces, ¿por qué mencionarlo? Ellos lo mencionan por el rumor de que Jesús había nacido producto de la inmoralidad sexual. Su madre había quedado embarazada antes de haberse casado. Entonces, ¿qué ganan ellos con esto?

Les da superioridad moral. “Mira Jesús, nosotros no somos bastardos. Si alguien está esclavizado aquí eres tú: a tu sórdido pasado. Nadie escapa de este texto. Todos están representados aquí, en estos judíos que se autojustifican. No te necesitamos Jesús. Tenemos nuestro origen étnico. No te necesitamos. Tenemos nuestra religión. No te necesitamos. Tenemos nuestra superioridad moral.

Solo el Hijo
Pero eso no funciona. No funciona para los judíos, y no funciona para usted o para mí. Hay algo que sí funciona. “Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres”.

Fuente: Desiring God

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